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¿Debo salir de una iglesia que cree en la teología de la prosperidad y en los apóstoles modernos?

Pregunta:

Dios te bendiga varón. Me congrego en una iglesia pentecostal. El pastor cree en la risa santa, el g12, los apóstoles modernos y en el evangelio de la prosperidad.  Yo soy de una generación diferente de pentecostales. Yo soy calvinista, creo fielmente en la inspiración de las Escrituras y estoy tratando de llevar una reforma a mi iglesia. En el ministerio juvenil he tenido varias diferencias con algunos de los lideres, y el pastor, por causa de que ellos defienden su denominación y experiencia por encima de la palabra, y me ha tirado (indirectas) desde el púlpito; me siento cansado de estar luchando por el cambio y estoy loco por cambiarme de iglesia a una bautista o reformada. Temo el salir fuera del tiempo de Dios y quisiera saber cual cree usted que es el tiempo más idóneo para cambiar de iglesia. -Roberto

Respuesta:

Apreciado Roberto,
 
Gracias por enviarnos tu pregunta.
 

La decisión de salir de una iglesia, para irse a otra, no es fácil, y no debe ser tomada a la ligera. Te voy a dar algunos principios bíblicos para ello:

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, y toda iglesia local bíblica es parte de este cuerpo. Por lo tanto, cuando nos hacemos miembros de una iglesia local estamos tomando una decisión de gran trascendencia para nuestras vidas,  y es de gran repercusión espiritual. No estamos ingresando como socios a un club, del cual se puede salir cuando uno quiera. Esto significa que para salir de una iglesia local se requieren razones bíblicas muy sólidas. Una de las razones para salir sería que la iglesia se hubiese apartado de la doctrina sana, pues, en medio de mala doctrina es imposible crecer: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos” (Ro. 16:17). Aunque este pasaje hace referencia directa al apartarse de aquellas personas, que llamándose cristianas, pervierten la doctrina bíblica; no obstante, el principio también aplica para el alejarse de iglesias que cada día se alejan más y más de la autoridad máxima de la Palabra de Dios, cambiándola por supuestas nuevas revelaciones, sentires, o movimientos basados en la psicología, el humanismo, la superstición o los modelos económicos piramidales, como hace el G12.
Ahora, si en su iglesia el pastor está consintiendo que la iglesia reconozca y acepte la autoridad de aquellos hombres que en el día de hoy se levantan orgullosos auto-proclamándose apóstoles, entonces, debes animar, con humildad y respeto, a los pastores para que cumplan con su función de ser guías espirituales para el hombre, de manera que evalúen si esos hombres son realmente apóstoles, pues, lo más probable es que ellos pertenezcan al grupo de los falsos apóstoles. Toda iglesia local bíblica está obligada a evaluar, analizar con ojos microscópicos, a todo aquel que usurpe este oficio, que fue dado sólo a algunos pocos hombres en el primer siglo de la era cristiana: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos” (Ap. 2:2).
Una iglesia bíblica, en cabeza del pastor o los pastores, debe estar alerta en contra de toda falsa doctrina que es anunciada por hombres perversos que se hacen llamar apóstoles, y que engañan a las iglesias esquilando a las ovejas y sacándoles el dinero a través del negocio de la fe. Pablo, el apóstol, llama la atención a la iglesia local de Corinto porque habían sido tan simples y torpes en rechazar la autoridad de los verdaderos apóstoles de Cristo, los cuales no estaban interesados en el dinero de la gente, ni en llevar una vida cómoda; pero, en cambio, estaban recibiendo a los hombres que se auto-proclamaban apóstoles y que mostraban un gran interés en recibir dinero de los incautos creyentes: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Cor. 11:13-15).
Ahora, una iglesia bíblica no debe tolerar la teología de la prosperidad que se enseña hoy, porque ella es contraria a las Sagradas Escrituras, las cuales nos enseñan a no amar el dinero, ni las riquezas materiales, sino que, por el contrario, debemos estar agradecidos a Dios por la provisión que nos da cada día. Las Sagradas Escrituras nos advierten que nos apartemos de las iglesias o líderes que enseñan la teología de la prosperidad, pues, ella, sólo nos trae tristezas, engamos, dolores y padecimientos. Lo pastores o líderes que enseñan esta falsa teología de la prosperidad, dice Pablo, son ignorantes, vanos, corruptos de entendimiento, privados de la verdad, que están cautivos del pecado, y cautivan a los incautos que siguen sus nefastas enseñanzas: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de gancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traido a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:3-10). Y en el versículo siguiente el apóstol Pablo les dice a todos los creyentes, que se congregan en iglesias donde se enseña la moderna teología de la prosperidad, qué es lo que deben hacer: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Tim. 6:11).
 
Antes de hacerte miembro de otra iglesia debes tomar tiempo para conocerlos, para saber qué doctrina tienen, si es bíblica o está infectada por las falsas teologías de nuestro tiempo. Debes revisar que su doctrina esté de acuerdo con la sana comprensión que tuvieron los grandes santos de la historia de la iglesia como: Agustín, Lutero, Calvino, los puritanos, Carlos Spurgeon, entre otros. Que la adoración de la iglesia esté centrada en Cristo y no en las emociones, que lo central del culto sea la predicación expositiva de la Palabra, que los pastores sean obreros que están dispuestos a dar su vida por la ovejas, y que no sean avaros, amantes del dinero y las comodidades materiales de este mundo.
 
 
Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez
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