Pregunta:
Saludos fraternales. Quisiera que me aclara el pasaje bíblico del antiguo testamento GENESIS 6:3, pues lo puedo entender como la nueva edad de vida limite del hombre o también puede referirse a los años que le quedaba a la humanidad antes de ser destruida por el diluvio universal en época de NOE. Bendiciones y agradecimientos por su atención prestada.
Respuesta:
Apreciado hermano Manuel,
Gracias por su pregunta.
“Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años” (Gén. 6:3).
Génesis 6 es una clara demostración de la doctrina bíblica de la depravación humana. Los hombres se habían entregado a toda suerte de maldad y lo único que procedía de ellos era pecaminoso. Cuando el hombre está lejos de Dios, a causa del pecado, entonces nada bueno sale de él: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gén. 6:5).
El colmo de la maldad de la raza humana había llegado a su punto más alto, de manera que Dios había determinado la destrucción de toda vida en la tierra: “Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho” (Gén. 6:7).
Esta destrucción se daría a través del diluvio universal, del cual solo Noé sería salvo, a través de un arca que demoró construyendo 120 años. La construcción del arca se convirtió en un evangelio expuesto gráficamente, pues, durante ese tiempo se pregonaba a los hombres que vendría la destrucción, y ellos en vez de proceder al arrepentimiento, continuaron en sus pecados, por lo cual recibieron el juicio divino. (1 Ped. 3:18-20; 2 Ped. 2:5).
Por lo tanto, cuando Dios dice que serán sus días ciento veinte años, se refiere al tiempo que le daría a la humanidad para que se arrepentiera y abandonara su camino de maldad. Al término de los ciento veinte años “fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (Gén. 7:11), viniendo la gran destrucción de la humanidad.
No se refiere a que los hombres y mujeres, luego del diluvio, tendrían una longevidad de ciento veinte años.
Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez