Génesis, capítulos 1 y 2
Colocenses 1: 16: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”.
Esta última expresión: “…todo fue creado por medio de él y para él” nos recuerda lo que aprendimos en los dos episodios anteriores de “Las sombras del Crucificado”. Aprendimos que la creación fue hecha pensando en la redención. Que todo fue creado para Él, para Cristo, para la redención que Él realizaría. Y en ese mismo sentido debemos ver la creación invisible, es decir, los ángeles y la dimensión espiritual en la que ellos existen.
En lugar del relato de Génesis, capítulos 1 y 2, hemos leído Colocenses 1: 16, porque no sabemos en qué momento, entre estas dos porciones de la Palabra, fueron creados los ángeles. Creemos que fueron creados en algún momento en ese espacio de la narración.
Colocenses 1: 16 nos dice que fueron creados por Cristo y para Cristo, para servirle a Él en la obra de la redención. Y leemos en Hebreos 1: 14: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” Cristo los creó para que le sirvieran a sus redimidos. También, en ese sentido la creación fue hecha pensando en la redención, en la Cruz.
Los ángeles sirvieron a los escogidos para la redención, desde la caída hasta la Cruz; ellos llevaron mensajes, ellos los protegieron en los momentos de peligro, ellos ejecutaron a sus enemigos, ellos cerraron la boca de leones etc., ellos sirvieron en la preparación para la Cruz. Pero también los ángeles sirvieron al que los creó cuando Él se hizo hombre; estando en el desierto cuando ayunó, vinieron los ángeles y le sirvieron; en el jardín de Getsemaní, cuando agonizó, su angustia de muerte pudo haberlo matado.
Pero estas criaturas maravillosas que Él creó le sirvieron, lo fortalecieron en su humanidad para que pudiera seguir hasta la Cruz; y después de la Cruz han seguido sirviéndonos a todos aquellos que hemos sido y seremos redimidos por la Cruz. Porque toda la creación invisible sirve a la redención, está centrada en Él, en Cristo, y sirve a los que son de Él, de Cristo. Cristo gobierna la creación invisible que Él mismo creó.
Pero estos resplandecientes ministros, servidores de la redención, no son solo servidores sino aprendices de la redención, aprendices de la gracia. Recordemos lo que dice el apóstol Pablo en Efesios 3: 8 a 11: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”.
Estos aprendices de la redención estaban uno a los pies y otro a la cabecera en la tumba vacía, en el lugar donde fue puesto el cuerpo del Señor, como dice Juan 20: 12, que así los vio María Magdalena.
Estaban ocupando el mismo lugar en que fueron esculpidos en el propiciatorio, en el arca del pacto que hizo Moisés; y sus rostros miraban hacia abajo, hacia la sangre allí derramada, sangre preciosa y eficaz para redimir a los elegidos, y que estos aprendices de la redención anhelan mirar, como dice 1 Pedro 1: 12, hablando de los profetas del Antiguo Testamento: “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”.
¿Pueden ver cómo Cristo es el centro y Señor de la creación invisible, que fue hecha por Él durante la semana de la creación en Génesis 1 y 2? ¿Pueden ver que no hay nada en lo que Él no sea el centro? ¡Oh, Señor! Aumenta nuestra admiración por Cristo, nuestro amor por Él, nuestro deseo por Él, al tiempo que quitas de nuestro corazón todo deseo mundano o por otras cosas, así sean lícitas, y has de nuestro Señor Jesucristo el rey dominante absoluto de todos nuestros deseos, porque Él lo merece. Te rogamos; purifica así nuestros deseos, te lo suplicamos, en el Nombre de Cristo. Amén.
Señor de lo invisible -Poesía-
Dos creaciones por Él fueron hechas,
La visible y la invisible.
Ángeles y hombres como grandes cosechas,
Dos mundos, su diseño es increíble.
Jesús, el centro es de todos;
Ángeles a su redención le sirven,
Procuran de muchos modos
Servicio a Él le rinden.
Son mensajeros, son guerreros,
Son fortalecedores y aprendices.
A sus enemigos, no importa cuán fieros,
Caen cual cazador por las perdices.
De la gracia siempre están curiosos,
Y se paran en la tumba vacía,
Para ver los portentosos
Hechos que salvaron al alma mía. Amén.