Este mensaje de repaso a las 10 sombras de la Cruz, ya vistas en episodios anteriores, responde a la pregunta: ¿Qué imagen están dando a luz, o pariendo, una vez han sido iluminadas estas sombras? ¿O qué imagen de la Cruz se está formando en nuestra mente?
Respondamos esta pregunta recorriendo rápida y brevemente cada uno de los 10 episodios que hemos visto sobre Las Sombras de la Cruz.
En la Sombra número 1 vimos El Costado Traspasado, en Génesis 2: 21 y 22. Vimos que la Cruz crea una esposa para Cristo, una unión íntima de deleites que dura por toda la eternidad. A esto lo podríamos llamar el Efecto Recreador de la Cruz.
En la Sombra número 2, La Vestimenta de los Primeros Pecadores, en Génesis 3: 21, vimos que la Cruz quita nuestra vergüenza causada por el pecado, quita nuestros harapos y nos viste de gala con la justicia de Cristo, y a este lo podríamos llamar el Efecto Justificador de la Cruz, o el Efecto Hermoseador de la Cruz.
En la Sombra número 3, El Talón Sangrante, que lo vimos con la herida en la cabeza de la serpiente, Génesis 3: 15, en donde entendemos que la Cruz destruirá al malo y, por ende, a todo mal del reino de Dios; esto lo podemos llamar el Efecto Destructor del Mal que tiene la Cruz.
En la Sombra número 4 vimos La Sangre Elocuente, Génesis 4: 10; Caín mató a Abel y su sangre clama justicia, pero la sangre de Cristo clama por la salvación del pecador. Este lo podríamos llamar el Efecto Salvador de la Cruz, una salvación sin pasar por alto la justicia de Dios.
En la Sombra número 5, El Altar de los Patriarcas, Génesis 8: 20 y 21, vimos que, aunque en las Sombras anteriores juega un papel vital la muerte del sustituto, aquí el altar es el lugar para matar al sustituto, no hay otro lugar, y allí convertir aquel pecador inmundo en olor fragante a Jehová. A este lo podemos llamar el Efecto Aromatizador de la Cruz, solo en aquel altar del sacrificio que representa el madero de la Cruz.
En la Sombra número 6, Padre, da a tu unigénito, en Génesis 22, cuando Abraham sacrifica a Isaac, vemos el grandísimo amor del padre. La Cruz es un regalo del Padre. Allí podemos ver una conexión paternal a partir de la Cruz.
En la Sombra número 7, El Portón Ensangrentado, en la Pascua, Éxodo capítulo 12, vemos que la Cruz nos libra de la ira de Dios, del ángel de la muerte, de la muerte eterna. Este lo podríamos llamar el Efecto Propiciador o de Propiciación que tiene la Cruz.
En la Sombra número 8, La Roca Golpeada, en Éxodo 17, encontramos que la Cruz es un golpe único de la Roca, Dios, sobre la Roca, Su Hijo; porque es un golpe perfecto, es único y hace perfectos a aquellos por los cuales fue realizado. Y esto lo podríamos llamar el Efecto Perfeccionador de la Cruz.
En la Sombra número 9, La Sangre Rociada, en Éxodo 24, vimos que una gota de la sangre de la Cruz que cae sobre nosotros nos sella en pacto para siempre con Dios. Y sabemos que ese lenguaje simbólico se cumple en nosotros porque nos purificamos día a día de nuestros pecados. Y a este lo podemos llamar El Efecto Pactual de la Cruz.
En la Sombra número 10, El Holocausto, en Levítico 1, observamos que es una de las más completas hasta ahora pues en ella participa directamente el pecador, y aparece la palabra clave que define la Cruz, “Expiación”; también aparece la “Imputación” de los pecados imponiendo la mano sobre la víctima, y el resultado, la “Propiciación”, la ira de Dios ha sido aplacada, Dios ha sido agradado. Además, en esta Sombra se describe el infierno para Cristo que sufrió en las horas que estuvo sobre la Cruz.
Si sumamos todas estas claridades, no las Sombras, vemos una maravillosa imagen de la Cruz y podemos exclamar: ¡Oh, cuán grandiosa es la Cruz! Ahora la veo mucho mejor y más grandiosa que antes. Ella me hace la Esposa Eterna de Cristo, ella me viste de gala en presencia de Cristo, con justicia ajena, ella me libra del malo y del mal con una herida a la cabeza de la serpiente.
Ella me perfuma con olor fragante sobre un altar, ella me hace amar más al Padre Creador que dio a su unigénito Hijo por mí. Ella me protege de la muerte eterna pues es mi Pascua, ella me hace perfecto por un solo golpe, ella me sella en un pacto perpetuo por una gota rociada. Ella es mi expiación, ella es mi holocausto, ella es hecha totalmente por Dios.
La Cruz es la más hermosa poesía, jamás una como ella ha sido declamada, y usted y yo estamos en una de sus estrofas, en sus rimas y en sus versos de sonoridad indescriptible, por eso ahora nos resultan más comprensibles las palabras del Apóstol en Gálatas 6: 14: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.
Y eso que nos falta recorrer otras sombras en el camino de la Cruz, y volveremos a verlas dar a luz más Gloria para la bendita Cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Nos veremos en los restantes episodios de las Sombras de la Cruz, y con lo que ya hemos recorrido en la mente, les deseamos una feliz y deleitosa lectura del Antiguo Testamento. Y todo esto se lo deseamos en el Nombre de Cristo, Amén.
El parto de las sombras -Poesía-
Hoy suspiro más admirado,
El ingenio de Dios he conocido;
En la Biblia me ha enseñado
Que ya las Sombras han parido.
Sombras de la Cruz van pintando
Obra de pintor grandemente dotado;
De cada sombra va brotando
La obra maestra del Crucificado.
El costado de Adán traspasó,
Con sangre, hecho, el primer vestido,
Cabeza de serpiente perforó,
Es sangre elocuente que ya he oído.
Patriarcas sus altares de piedra,
El Padre su Unigénito ofreció,
La Pascua salva y el niño medra,
Pues la roca golpeada lo protegió.
¡Oh sangre!, precioso rocío,
En pacto eterno nos selló,
Por aquel Holocausto ya no hay vacío
Entre nosotros y el que nos creó. Amén.