1 Samuel 17: 43 al 51: “Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron”.
Después de recorrer 22 sombras de la Cruz llegamos a David, el tipo más eminente de Cristo en el Antiguo Testamento. Estamos en la batalla de David contra Goliat, el gigante filisteo; un relato muy conocido y completo como tipo de la persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo.
De este relato tipológico vamos a ver los detalles que se conectan con la Cruz. Y para entender la conexión de este relato con la Cruz debemos retroceder a otra Sombra de la Cruz anterior, Génesis 3: 15, en donde vimos “La cabeza de serpiente traspasada” y “El talón sangrante”; este importante pasaje dice: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. El plan de Dios es que un hijo de Eva hiriera en la cabeza a la serpiente; por eso David, tipo de Cristo, le corta la cabeza a Goliat, porque su victoria sobre aquel gigante representa la victoria de aquel hijo de Eva que habría de venir, sobre la serpiente, el diablo, Satanás.
En ese mismo orden de ideas, David no usa un arma convencional para derrotar al gigante. David es un valiente sin espada, él usa una honda y una piedra, y termina derrotándolo, decapitándolo con la propia espada de su enemigo. Conectando esto con la Cruz, significa que la victoria sobre el que tenía el imperio de la muerte se produjo, Cristo la logró, por medio de la muerte, como enseña Hebreos 2: 14 y 15, donde el Señor dice: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”.
Escuchemos este relato de David que nos indica lo que hizo Cristo: La espada del diablo era la muerte, Cristo hiere de muerte al diablo con su propia espada, es decir, muriendo, algo que hemos llamado “La estrategia genial de la Cruz”. El diablo, como Goliat, menospreció al humilde pastor de ovejas; nunca pensó que fuera un guerrero digno de él. Creyó que podía destruirlo llevándolo a una muerte horrible en una cruz romana, pero ese pastor humilde no venía con espada, lanza y jabalina; no venía con un arma convencional, él venía con obediencia y fe, en el nombre de Jehová de los Ejércitos, a realizar la obra que su Padre le había encomendado: Librar a los suyos del mal, del maligno y de la muerte eterna, y así hacer saber a todos la grandeza del Dios Viviente, su Padre, que salva a su pueblo. Porque tal batalla es de Dios solamente, y la victoria también es de Él solamente. Por eso Él usó armas no convencionales, una Cruz, y terminó hiriendo a su enemigo con el arma con que el enemigo dominaba a los suyos, la muerte. Así, en la Cruz, como alguien sabiamente dijo: “Se produjo la muerte de la muerte, por la muerte de Cristo”.
Como David le cortó la cabeza al gigante después de matarlo, y fue y la exhibió por todo el campamento, así el Señor Jesús, después de matar la muerte con su muerte, herir a Satanás de muerte en la cabeza, y derrotar a todos los ejércitos del maligno, los exhibió públicamente, como leemos en Colosenses 2: 15: “…y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”.
Un representante del pueblo de Dios, tal como lo pidió Goliat, peleó por todo el pueblo y venció en lugar de ellos; hora les muestra la cabeza traspasada de su enemigo para que no le teman más, y salgan a pelear las batallas que restan en su Nombre, batallas contra el pecado, la mundanalidad, el orgullo, el miedo, el desamor; batallas por salvar a otros seres humanos depravados y perdidos bajo el poder del maligno, y venzan en estas batallas a estos enemigos en su Nombre, en el Nombre de Cristo, y para su Gloria; así como Israel salió a pelear al ver la cabeza de Goliat, de la mano de David, y derrotaron el resto del ejército filisteo.
¿Pueden ver lo hermosa que es esta Sombra de la Cruz? ¿Pueden ver cuán maravilloso es el plan de Dios? ¿Pueden ver como Dios es un dramaturgo insuperable? ¿Qué dramaturgo puede crear un drama como este? ¿Pueden ver la grandeza del Señor Jesús, quien creo esta grandísima victoria solamente con ser obediente a su Padre que lo envió? ¿Pueden ver que por gigantes que sean nuestros enemigos, nosotros en Cristo somos más que vencedores?
¡Oh, Señor! Ayúdanos a ver el gran poder a nuestro favor que viene de la Cruz, y a pelear todas nuestras batallas en el Nombre del Hijo de David, quien venció a un gigante más grande que Goliat, y lo decapitó con la espada que portaba su enemigo. ¡Oh, Señor! Danos el golpear nuestros pecados con el poder de tu victoria, el golpear nuestro deseo de ser felices en este mundo con el poder de tu victoria, golpear nuestro miedo con el poder de tu victoria, golpear nuestro orgullo con el poder de tu victoria, golpear nuestra insensibilidad al dolor ajeno con el poder de tu victoria, y huyan aterrorizados nuestros enemigos delante de tu poderoso Nombre; te lo suplicamos en el Nombre de Cristo, Amén.
El Valiente sin Espada -Poesía-
Menospreciado por el gigante
Fue el insignificante pastor,
Quien con Jehová por delante
Decapitó al que causaba el horror.
No fue con espada en su mano
Sino con indignado corazón,
Pues aquel incircunciso profano
Blasfemó en horrenda expresión.
Si Jehová estuvo a mi lado
Contra el oso y el fiero león,
El gigante será decapitado,
Su cabeza pondré en un platón.
Sombra de la Cruz creó así,
Con el gigante decapitado,
Pues también en Cristo lo vi,
Cabeza de serpiente ha traspasado.
Aquel cuya espada fue la muerte,
Por ella misma vino a morir.
Cristo el hombre super fuerte,
Murió para la muerte destruir.
¡Oh estrategia jamás ideada!
¿A quién se le pudo ocurrir?
Que un valiente sin espada,
La mayor victoria pudo conseguir. Amén.