Siempre que se aproximan elecciones democráticas donde los ciudadanos tenemos el deber y la responsabilidad de votar con el fin de elegir personas para distintos cargos gubernamentales como el de presidente, gobernadores, alcaldes, senadores, diputados, concejales; o cuando el Estado propone cambios constitucionales o realiza plebiscitos con el fin de decidir entre dos o varias opciones que transformarán la vida del país; los creyentes pueden asumir distintas posiciones sobre esta responsabilidad. Algunos creen que los creyentes, siendo que somos ciudadanos de los cielos, no debemos inmiscuirnos en las decisiones políticas de nuestros países. Otros creen que sí es necesario hacerlo pero se confunden a la hora de votar, toda vez que no tienen claridad sobre los principios que deben considerar para elegir bien. Otros siguen las corrientes que imponen los medios de comunicación (casi siempre pagados o patrocinados por las distintas vertientes políticas), mientras que otros prefieren votar en blanco porque no desean comprometerse.
La realidad es que no es fácil votar por una u otra opción toda vez que este mundo está plagado de maldad y las mejores opciones, por lo general, son las menos malas, es decir, las que atenten menos contra los principios cristianos.
Pensando en este tema, y con el fin de ayudar a los miembros de la iglesia donde soy pastor, me he puesto en la tarea de buscar en las Sagradas Escrituras algunos principios que nos pueden ayudar a tomar decisiones sabias a la hora de votar:
- Votar es una responsabilidad cristiana. No sólo somos ciudadanos de los cielos, sino que también tenemos una ciudadanía terrena, de acuerdo al país en el que hayamos nacido o vivamos. Jesús fue muy claro al respecto, él dijo: “Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Lc. 20:25). Tenemos deberes sagrados que cumplir para con Dios y tenemos deberes ciudadanos para cumplir con “César”, es decir, con el Estado. Las dos esferas no se contradicen. La Biblia nos manda a honrar a Dios y a honrar al gobierno: “Teme a Jehová, hijo mío, y al Rey” (Prov. 24:21).
- A la hora de votar o elegir es necesario orar para que Dios guíe todas las cosas de tal manera que tengamos gobernantes o leyes que permitan un vivir quieto y reposado en piedad y honestidad; especialmente, que se permita la libre predicación y difusión del Evangelio: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:1-4).
- Aunque todos los gobernantes y leyes son permitidas por Dios en su Soberana Voluntad, algunas veces para bendición y otras veces para castigo de los pueblos, es nuestro deber cristiano pedir y buscar la guía divina en su Palabra para elegir bien, pues, cuando no hacemos esto actuamos desconociendo la Voluntad preceptiva de Dios (Sus mandamientos). Algunas elecciones Dios no las aprueba, aunque las permite: “Israel desechó el bien… Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe” (Oseas 8:3-4).
- Elegir impíos, es decir, hombres (o leyes) que abiertamente desafían los mandatos del Señor, traerá tristeza y tormento sobre los santos: “Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres” (Prov. 28:12). Pero si elegimos autoridades o leyes que promuevan, en lo máximo posible, la obediencia a los mandatos divinos, contaremos con la bendición y abundancia del Señor: “Ahora, pues, he aquí el rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehová ha puesto rey sobre vosotros. Si temiereis a Jehová y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra de Jehová, y si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová vuestro Dios, haréis bien. Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres” (1 Sam. 12:13-15). Candidatos o leyes que violen los santos principios establecidos en la Palabra, especialmente en lo relacionado con la sociedad (la familia, el matrimonio, la vida) no deben ser elegidos: “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Prov. 14:34).
- A la hora de votar por gobernantes o leyes debemos procurar elegir lo que contribuya al bien común, a la moral y al retroceso del mal: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella” (Ro. 13:3).