En Génesis 2: 7, así dice el Señor: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.
Romanos 5: 12 al 14: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir”.
Después de ver a Cristo en la creación y de aprender firmemente que la creación fue hecha pensando en la redención, ahora incluimos la creación del hombre en ese principio. Romanos 5: 14 nos dice que “Adán, el cual es figura –O tipo- del que había de venir -Cristo-”, y este es el único tipo de Cristo que es señalado específicamente en el Nuevo Testamento.
Esto significa que Adán fue creado pensado en Cristo. La santidad con la que Adán fue creado, fue un reflejo de la santidad de Cristo. El dominio que le fue dado a Adán sobre lo creado, en realidad le pertenece a Cristo; Él es el verdadero rey de la creación. La esposa que se le dio a Adán, y cómo se le dio, es un tipo de cómo se le daría una esposa a Cristo; ya vimos el costado traspasado en la serie “Las sombras de la Cruz”.
El mandato de obedecer dado a Adán, que llamamos “Pacto de Obras”, en realidad lo vino a cumplir Cristo. La visión de llenar la tierra con imágenes de Dios, sus hijos, que se le dio a Adán, en realidad la está cumpliendo Cristo.
Toda la raza humana fue unida a Adán, él es su representante o cabeza federal; por eso su pacto de obras es atribuido, contado e imputado a todos los seres humanos. Por eso todos nacemos en un estado de depravación total, porque estábamos unidos a Adán cuando él pecó.
De esa primera humanidad fue tomada una segunda humanidad, que fue elegida desde la eternidad y unida a Cristo, su representante. Por eso su desempeño de obediencia al pacto de obras es atribuido, contado e imputado a esos elegidos por quienes Cristo murió.
Adán trajo condenación y muerte, y Cristo trajo salvación y vida eterna. El primer Adán fue hecho alma viviente, y el último Adán, que es Cristo, es espíritu vivificante. Adán fue tentado en un paraíso y pecó; Cristo fue tentado en un desierto y venció al diablo y recuperó el paraíso perdido. Por eso, al final de su tentación, el evangelio de Marcos nos dice que Cristo estaba con las fieras, como cuando Adán puso nombre a todos los animales.
Adán hizo que nos expulsaran a todos del paraíso y que una espada de fuego nos impidiera a entrada de regreso. Cristo recibió la herida mortal de esa espada de fuego en la Cruz y murió; y con su muerte nos aseguró el regreso al paraíso que perdió Adán.
Adán amó mucho a su esposa, tanto que no la abandonó cuando pecó, sino que pecó con ella. Dice la Escritura que Adán no pecó engañado; el amor tan grande que tenía por ella lo llevó a pecar; tanto la amó, tanto estaba unido a ella, “…hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gén 2: 23b), que no la abandonó y pecó.
Cristo también ama así a su esposa la Iglesia; Él la siente hueso de sus huesos y carne de su carne, y por ese amor nunca la abandona, sino que muere por ella en una Cruz, para rescatarla de la condenación que trajo Adán.
En el plan de Dios solo hay primer Adán y último Adán. Pero el último se representa desde el primero porque Él es el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Adán es un tipo de Cristo; Adán llevó a Cristo a la Cruz, y Cristo llevó a Adán de regreso al paraíso.
¿Pueden ver la grandeza del plan de Dios, que usa este sistema de dos cabezas representantes? ¿Pueden ver cómo esta forma de enseñanza, el tipo y su cumplimiento, que suele llamarse antitipo, es una enseñanza magistral que ofrece el presente y el futuro al mismo tiempo, y hace fascinante este aprendizaje del plan de Dios? ¿Pueden ver cómo estas cosas exaltan grandemente a Cristo? ¿Pueden ver cómo el Padre ama tanto a Cristo que, en casi todo rincón de su revelación, lo presenta en esta forma tan atractiva de tipos, forma muy apasionante que hace arder nuestro corazón?
¡Oh, Dios! Aumenta nuestro deseo de ver a Cristo en cada rincón de la Escritura; te lo pedimos en su Nombre santo. Amén.
Cristo en Adán -Poesía-
De tu sabiduría insondable
El primer Adán fue creado;
Resulta inimaginable
Cómo Cristo fue prefigurado.
Santa pureza y perfección,
Santo dominio les otorgó;
Con una raza tuvieron unión,
Pacto de obras les encargó.
Amar a su esposa, que gran relación;
A uno la caída eso le costó,
Y el otro, por su muerte y crucifixión,
A su esposa la vida le devolvió. Amén.