En Génesis 14: 17 al 20, así dice el Señor: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo”.
Hebreos 7: 1 al 7, 15 al 24 y 25: “Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín. Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor…Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec…por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.
El siguiente personaje que nos muestra a Cristo en el Antiguo Testamento es un rey sacerdote llamado Melquisedec; su nombre nos muestra a Cristo, rey de justicia y rey de paz. Su posición nos muestra a Cristo; ser rey sacerdote es algo especial. Nadie en la historia del Antiguo Testamento pudo ser rey y sacerdote al mismo tiempo, solo este personaje.
¿Recuerdan lo que le sucedió al gran rey Uzías cuando intentó ocupar el oficio de un sacerdote? Instantáneamente quedó leproso. Pero este personaje también nos muestra a Cristo cuando se ve que no tiene registrada su genealogía; no que no tuvo padre ni madre, creemos que sí los tuvo, pero el no registrarlo es precisamente para hacerlo semejante a Cristo quien, como segunda persona de la Trinidad, no tiene origen ni tiene fin.
Pero también la forma en que recibió el sacerdocio nos muestra a Cristo. No lo recibió por herencia, sino que fue hecho sumo sacerdote por la Palabra de Dios. Igual Cristo fue hecho Sumo Sacerdote por un juramento de Dios en el Consejo Eterno de Redención, como leemos en Salmos 110: 1, donde vemos cómo se le muestra a David el diálogo intratrinitario: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.
Y en el versículo 4 del mismo Salmo, se le muestra a David el juramento eterno, que Dios hizo para constituir a Cristo Sumo Sacerdote eterno, según el orden de Melquisedec: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec”, no por herencia sino por juramento. Igual que Melquisedec tuvo el sacerdocio por la palabra directa de Dios, Cristo lo obtuvo también así, por la palabra de Dios, no por herencia ni genealogía; por eso es que se suprime mencionar la genealogía de Melquisedec.
También vemos a Cristo en la grandeza atribuida a Melquisedec. Tan grande fue considerado este rey sacerdote que Abraham, la figura suprema del reino nacional, le entregó los diezmos del botín por la victoria que Dios le dio sobre los reyes aliados que capturaron a su sobrino Lot. Y por ser Melquisedec de tal grandeza, bendijo a Abraham como sacerdote del Dios Altísimo, tipificando así la relación de Abraham con Cristo.
Este tipo de Cristo nos muestra que la obra de salvación no sería hecha por un hombre corriente como Aarón, que tiene padre y madre humanos y, por ende, no puede tener perfección, ni puede traer perfección a los que iba a salvar, sino que la obra de redención sería hecha por un hombre especial, de valor infinito, ligado a la eternidad, que tiene perfección y trae perfección a los que vino a salvar.
La salvación no está ligada a un hombre que no puede dar salvación de pecados, sino a uno que si la puede dar. La salvación no viene por la línea que trae la Ley, viene por otra línea que viene directamente de Dios; es por la obra de un Sumo Sacerdote superior a Aarón, que tiene el poder de una vida indestructible, y que vive eternamente para interceder por los suyos hasta llevarlos a la íntima y perfecta comunión con su Padre, el creador.
¿Pueden ver cuán grande es Cristo por medio de Melquisedec? Algunos creen que Melquisedec es Cristo preencarnado, pero no. Hebreos dice claramente que es hecho semejante a Cristo. Y Abraham tuvo encuentros con Cristo preencarnado, y cuando los tuvo se postró y lo adoró, pero a Melquisedec no lo adoró. Sin embargo, la grandeza de Melquisedec nos muestra la grandeza de Cristo. ¿La puedes ver?
¡Oh, Señor! Ilumina estas sombras del crucificado y has que admiremos mucho más la grandeza de nuestro insuperable y eterno Sumo Sacerdote Cristo Jesús, quien es nuestro Gran Dios y nuestro único Salvador. Te lo pedimos en su Nombre santo, Amén.
Cristo en Melquisedec -Poesía-
Maravillas Él nos ha revelado
En la eternidad Dios al planear,
Un nombre ellos han mencionado,
Melquisedec, él te va a prefigurar.
Dijo el Padre al Hijo eterno:
Cuando Abraham lo vea venir
Le diezmará cual subalterno,
Pues su alteza real él va a percibir.
No es un sacerdote por herencia,
Como Aarón y su linaje;
Su fuero tiene otra procedencia,
De juramento divino tiene su ropaje.
¡Oh poder de una vida indestructible!
Te necesito amado intercesor,
Tu grandeza me es inconcebible
Pues mi mente es aún de pecador. Amén.