En Éxodo 13: 20 al 22, así dice Jehová: “Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego”.
Otra forma maravillosa como vemos a Cristo en el Antiguo Testamento es a través de la columna de nube y columna de fuego que describe nuestro texto. Al ver sus características y sus funciones en beneficio del pueblo de Dios, podemos concluir que nos está hablando de Cristo, al igual que el Ángel de Jehová, que vimos en el episodio anterior.
Esta columna era algo totalmente sobrenatural, era una teofanía, es decir, Dios manifiesta su presencia con algo visible. Igual Cristo, todo en Él es sobrenatural, y Cristo es Dios hecho visible. Su concepción fue sobrenatural, sus milagros también.
En su muerte Él se entregó con su poder sobrenatural, nadie le quitó la vida. Su resurrección fue algo totalmente sobrenatural; su ser, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, en una sola persona, es un misterio sobrenatural de Dios-.
Pero esta columna es también algo único; es una sola, no son dos columnas una de nube y una de fuego, no; es una sola que, ante la necesidad del pueblo, se hace nube o se hace fuego. Así Cristo es uno solo, hay un solo Mesías, un solo escogido, un solo ungido y Salvador, que se hizo hombre ante la necesidad de su pueblo de seres humanos. Se hizo hombre para salvar a hombres, y es un solo Mediador entre Dios y el hombre.
Esta columna fue exclusiva para Israel, no estuvo delante de ninguna otra nación, no benefició a ningún otro pueblo, solo a la descendencia de Abraham según la carne la cual, a su vez, representa a la descendencia de Abraham según la fe, quien viene a ser la verdadera beneficiaria de la nube, del fuego, y de todos sus beneficios, no de manera física, como para el Israel nacional, sino de manera espiritual, pues lo físico dado al primer Israel es un símbolo de lo espiritual dado al segundo y verdadero Israel.
Al primer Israel la columna le dio guía y protección, y su recorrido en un desierto, desde la redención, desde la salida de la esclavitud, hasta la tierra prometida, lo cual simboliza la guía y protección que Cristo da al segundo Israel, su Iglesia, desde la redención del dominio de Satanás, del pecado, del mundo y de la muerte, hasta su entrada a la verdadera y final tierra prometida, cielo nuevo y tierra nueva en donde mora la justicia.
Pero esta columna fue algo totalmente eficaz. Israel, a pesar de sus rebeliones contra Jehová, la columna de nube y de fuego lo llevó seguro y eficazmente a la tierra prometida. Después de 40 años de vagar en el desierto, por su incredulidad, y recibiendo el castigo del Señor, aún así por 40 años la columna fue nube y fuego, guía y protección, hasta que, infaliblemente, el Israel nacional entró en la tierra prometida, cumpliendo así Dios su promesa a Abraham.
Igual hará Cristo a su Iglesia. Él, eficazmente, infaliblemente, la hará entrar a la tierra prometida, siendo para ella guía y protección; sombra y luz para ella, lo que ella necesita para entrar en la tierra prometida.
La columna fue para Israel comodidad en la prolongada peregrinación en el desierto. El calor del desierto durante el día fue mitigado por la sombra de la nube por 40 años. El frío del desierto durante la noche fue atenuado por la columna de fuego durante 40 años.
¡Oh, qué maravilla! Qué comodidad dio Dios al antiguo Israel, a pesar de sus pecados y rebeliones contra Jehová. Así Cristo, la columna, es quien, cuando su pueblo está en el horno de la aflicción, los protege para que no se quemen y, cuando están en las tinieblas, la hora del maligno, los ilumina, para que sepan cómo andar.
Cristo es para su pueblo luz y calor; luz que da conocimiento de la verdad de Dios, en medio de los engaños del diablo en este mundo, y calor, para que nuestro amor no se enfríe, sino que se encienda, y no decaiga en medio de cualquier circunstancia difícil.
Calor nos da Cristo, que impide el enfriamiento de nuestro amor por Él durante todo el recorrido de nuestra peregrinación. Cristo aumenta nuestros deseos por Él y por llegar pronto al reposo eterno de los santos, la verdadera Canaán.
La misión de la columna de nube y de fuego fue cumplida de manera perfecta; ella no falló en llevar a los israelitas a la Canaán terrenal. Los israelitas solo debían mirarla constantemente, mirarla de día, como nube, y mirarla de noche como fuego, y seguirla.
Así Cristo no fallará en llevarla a todo su pueblo; el segundo Israel, a la segunda y última Canaán, la morada eterna de Dios con su pueblo, la verdadera tierra que fluye leche y miel. No fallará, no, no, no. La columna de nube y de fuego no fallará; seguro a su pueblo entrará a la verdadera Canaán; ellos solo tienen que morarla de día y de noche, y Él los llevará a esa preciosa ciudad. Esa nube y ese fuego, que no deja de acompañar a la Iglesia hasta que no entre a la verdadera Canaán, aparecieron en Pentecostés sobre todos y cada uno de los creyentes en Cristo.
¡Oh! Bendita seguridad de llegar a la tierra de Emanuel, la que nos da la columna de nube y fuego que vio el primer Israel. ¿Pueden experimentar tal seguridad?
¡Oh, Señor! Cuán grandes y poderosas son para tu pueblo estas imágenes de Cristo que nos das en el Antiguo Testamento. ¡Oh, poderosa nube! ¡Oh, poderoso fuego! Gracias por tu cuidado perfecto a cada uno de nosotros, tu pueblo. Amén.
Cristo, columna de nube y columna de fuego -Poesía-
Ser librados de la esclavitud
Ciertamente es un gran regalo,
Pero el desierto será como un ataúd,
Nadie podría soportarlo.
Mas tú te haces nube y fuego,
Oh, bendito Salvador,
Nos cubres con tu manto y luego
Día y noche eres nuestro protector.
Así ninguno, del calor sofocante
Perecerá en su travesía,
No morirá en algún faltante,
Pues eres nube de noche y de día.
Cristo es nube que el calor atenúa,
Cristo es fuego que al frío calienta,
Por Él nuestra marcha continúa,
A su pueblo del todo sustenta.
Nube y fuego hasta coronar
por las puertas de la ciudad celeste;
nube y fuego Cristo nos va a llevar
a nuestro hogar, cueste lo que le cueste.