En Éxodo, capítulos 25 al 27 (25: 1 al 9), así dice el Señor: “Jehová habló a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis”.
Prestemos mucha atención a lo que Dios nos ha enseñado de su maravilloso plan hasta aquí, que se puede resumir así:
Primero, Dios crea el bien; segundo, Dios incluye el mal en su maravilloso plan; tercero, Dios destruye el mal por medio de la Cruz en todos sus escogidos; cuarto, Dios castiga todo mal; y quinto, Dios mora en medio de sus escogidos, en Cristo, por toda la eternidad.
Al llegar a la construcción de un tabernáculo para morar Dios en medio de Israel, y acompañarlos por toda la peregrinación por el desierto, Dios nos está mostrando lo seguro que es el cumplimiento de su plan. Él mismo nos llevará hasta el lugar en que morará en Cristo, eternamente, con nosotros.
Sobre eso nos habla al mostrarnos cómo mandó a Moisés construirle un tabernáculo, y nos habla de Cristo mismo, quien con su Cruz garantiza el cumplimiento de dicho plan, pues cada parte del tabernáculo habla de Cristo, como dice Juan 1: 14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”. La palabra “habitó” indica: Puso su tabernáculo, luego Cristo es el verdadero Tabernáculo. Y su Cruz garantiza que estaremos alrededor de Él por toda la eternidad.
Con esto en mente, recordemos las partes del tabernáculo de Moisés: La puerta, el altar de bronce y la fuente de bronce, que están en el atrio; el candelabro, la mesa de los panes y el altar de oro, que están en el lugar santo; el velo, que separa el lugar santo del Lugar Santísimo; y el arca, que está sola en el Lugar Santísimo; todo rodeado por cortinas para crear y separar los espacios. En estos siguientes episodios de “Las Sombras del Crucificado” veremos uno a uno estos elementos del tabernáculo.
Hoy brevemente, veamos la Puerta del tabernáculo. En Éxodo 26: 36 al 37 así dice el Señor: “Harás para la puerta del tabernáculo una cortina de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador. Y harás para la cortina cinco columnas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y fundirás cinco basas de bronce para ellas”.
Esta Puerta del tabernáculo aquí descrita fue colocada al oriente, en la posición que mira hacia el sol. ¿Por qué la puerta estaba hacia el oriente? Porque cuando el hombre pecó, al oriente Dios cerró la puerta al paraíso, colocando dos ángeles con espada de fuego que se revolvían, y no permitían al hombre regresar allí.
De esa forma Dios cerró la puerta del paraíso, y por eso, la puerta del tabernáculo, y posteriormente del templo, mirará hacia el oriente.
Cristo dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo” Jn 10: 9. El pecador arrepentido debía acercarse con un animal sustituto a la puerta, y allí degollarlo confesando sus pecados. Tanto el animal como la puerta representan a Cristo; el pecador solo necesita a Cristo para ser perdonado y entrar a la casa de Dios.
El pecador solo puede avanzar de la puerta al lugar santo, y luego al Lugar Santísimo, que es la máxima cercanía con Dios, porque Cristo le abre el camino y lo conduce. Lo lleva durante todo el camino, Cristo dijo: “Yo soy el camino” Jn 14: 6; el pecador solo necesita a Cristo.
Cristo es todo en el plan de Dios, el principio y el final, pero cuando el pecador llega hasta donde está el arca en el Lugar Santísimo, para tener el contacto más íntimo con Dios, lo que ve es a Cristo, pues Cristo es quien está sentado en el trono de Dios, y Cristo es la máxima revelación de Dios.
Cristo es la máxima presencia de Dios presentada en el arca, la cual habla de Cristo. Estar delante de Cristo es entrar al Lugar Santísimo. El pecador solo necesita a Cristo. Ese es el mensaje permanente del tabernáculo de Moisés, comenzando por la puerta.
¿Pueden ver qué tan glorioso es este tabernáculo en su capacidad de enseñanza tipológica? La puerta del tabernáculo es una de estas sombras que el tabernáculo proyecta, pero Cristo es el cuerpo que la produce. En el siguiente episodio veremos otras partes del tabernáculo.
¡Oh, Señor! Cuán maravillosa es tu manera de enseñar. Tú haces que cuando, por la iluminación del Espíritu Santo, entendemos estos tipos, la enseñanza de ellos aumenta nuestra relación con Cristo, nuestro amor por Él, y aumenta la seguridad absoluta que tenemos de que tu plan se cumplirá tal cual. De que tu eres nuestra puerta para llegar a la máxima intimidad con Dios, y de que tu morarás en medio de nosotros para siempre.
Ninguno de estos elementos del tabernáculo es necesario en el día de hoy para nuestra fe. No debemos tratar de reconstruirlos ni de tenerlos como símbolos en nuestra Iglesia. Nosotros los creyentes necesitamos solo a Cristo, solo Cristo nos es necesario.
Estos elementos ya cumplieron su función. Pidamos al Señor que nos guarde de caer en iglesias judaizantes.
¡Oh, Señor! Ayúdanos a permanecer en nuestra Iglesia, que es cristocéntrica, y a ver a Cristo en todos los elementos del tabernáculo. Guárdanos de caer en iglesias judaizantes. Te lo pedimos en el Nombre de Cristo. Amén.
Cristo, el verdadero Tabernáculo -Poesía-
¿Es verdad que el Gran Creador
Morará junto con el hombre?
Es verdad y es conmovedor,
Dios purificará al que de espíritu es pobre.
En Adán la puerta fue cerrada
Con ángeles y espadas ardiendo;
En Cristo hay una nueva entrada
Al oriente como el sol que va ascendiendo.
El tabernáculo una sola puerta
Que de Cristo habla muy fuerte,
Para el pecador, qué gran oferta,
Su Cruz lo librará de muerte.
Tabernáculo su puerta sombra antigua,
Estrecha es y muy exclusiva,
Si el pecado te acecha y no da tregua,
Cristo, la Puerta, te sea hoy muy atractiva. Amén.