Éxodo 26: 31 al 33 así dice el Señor: “También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo”.
El último elemento que nos queda por estudiar en el lugar santo del tabernáculo de Moisés es el velo, la tercera barrera que hay entre el Dios santo y el hombre pecador en esta representación tipológica. La primera barrera es la puerta, la segunda barrera es el primer velo a la entrada del lugar santo y la tercera barrera es este segundo velo.
Así se ve cómo el pecado no solo separa al hombre de Dios, sino que lo coloca a una grandísima distancia, que no puede ser eliminada sino por la grandiosa obra perfecta de la Cruz, que ya hemos visto en el análisis tipológico de cada uno de los elementos, que está representada en la puerta del tabernáculo, en el altar de bronce, en la fuente de bronce, entre otros.
Este segundo velo en particular representa el cuerpo, como dice claramente Hebreos 10: 19 y 20: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne”. Este velo fue hecho con telas de colores especiales: El azul que representa el cielo, Cristo es Dios que viene del cielo; una tela púrpura que es el color de los reyes, Cristo es el rey del universo, aún cuando estaba siendo coronado con espinas en su más grande humillación, lo vistieron de púrpura pues Él es el único rey universal y eterno; el color carmesí obviamente representa el derramamiento de su sangre expiatoria en la Cruz; y el lino torcido, que era intensamente blanco, representaba claramente su perfecta santidad.
Sobre esas telas deberían gravarse imágenes de querubines, esto nos hace pensar en dos posibles opciones, primero en los querubines con espadas de fuego, que impedían el regreso del hombre pecador a El Paraíso, algo que solo la Cruz podía quitar. Esto nos recuerda lo que dicen Las Escrituras sobre el plan de Dios: “…cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”, y aprender de esa obra de Cristo por su Iglesia, como, por ejemplo, la gracia.
Este velo estaba sostenido por cuatro columnas; según la Escritura, una columna representa al hombre salvado por la Cruz e introducido en la casa de Dios como columna; de la Iglesia se dice que es “…columna de la verdad…” 1 Tm 3: 15; y en Apocalipsis 3: 12 dice que: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios”; así que este tipo de columnas que sostienen el velo, sostienen la verdad del evangelio de Cristo, y ahí nos vemos representados a nosotros mismos en el interior del tabernáculo de Dios.
Algunos mencionan que el hecho de ser el número cuatro, cuatro columnas, se refiere a cuatro creyentes ilustres por medio de los cuales Dios nos dejó el relato de la obra de Cristo: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
El velo colgaba de unos corchetes metálicos, y quedaba suspendido entre el cielo y la tierra, igual que el cuerpo de Cristo sujeto con clavos metálicos y quedó suspendido entre el cielo y la tierra, para reconciliarlos, obviamente, para reconciliar con el cielo a los que creen en Él.
Aquel velo en tal posición hacía separación entre el lugar santo y el Lugar Santísimo, mostrando que solo el hombre puede acceder a la presencia de Dios si rasga dicho velo, La perfección de Cristo, que es el velo, hace mucho más distante el contacto entre Dios y el hombre, porque Dios exige esa perfección.
Solo cuando en dicha perfección Cristo recibe el castigo como un sustituto del pecador, se quita la barrera que representa el velo; y eso lo demuestra el hecho de que solo en el momento en que Cristo moría en la Cruz, en el Monte El Calvario, el velo del templo se rasgó de arriba hacia abajo, es decir, por obra venida de arriba, para reconciliar a pecadores que estaban tan abajo.
Y por eso en Mateo 27: 51 dice: “…Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”, mostrando la eficacia de la Cruz para eliminar tan grande distancia, tan grande barrera entre Dios y los pecadores que Cristo vino a salvar, pecadores que fueron escogidos por su Padre antes de la fundación del mundo.
¿Pueden ver una vez más la grandeza, eficacia, poder y sabiduría que hay en la Cruz?
¡Oh, Señor! Que, habiendo sido rasgado el velo en nuestro favor, vayamos por el mundo hablando de la grandeza de la Cruz, y que vengan a ella los que has señalado que vendrán, los que has escogido para que vengan, y los demás, que se burlen y la menosprecien, hasta que la ira de Dios que cayó sobre aquel velo bendito, caiga sobre aquellos burladores para siempre, pues siempre la rechazaron, y esto te lo suplicamos en el Nombre de Cristo, Amén.
Cristo, el verdadero velo -Poesía-
Oh precioso velo que del cielo bajaste,
Como el azul del cielo,
Sin dejar de ser Dios
Te humanaste.
Oh púrpura, en el velo hermosura,
Teñido de rojo quedaste,
Sin ti no hay dicha futura,
Por ti el reino fundaste.
Oh velo del más blanco lino,
No hay pureza como la tuya,
Que para ser colgado vino,
Por sentencia nuestra, no suya.
Oh velo rasgado de arriba abajo
Cuando Cristo en la Cruz expiró,
Tuvo fruto tan enorme trabajo
Que a los suyos expió, Amén.