El matrimonio es benevolencia divina

El que halla esposa halla el bien y alcanza la benevolencia de Jehová. (Prov. 18:22).

Aunque algunas personas reciben el don para permanecer siempre en estado de soltería, sin tener que luchar contra la inmoralidad, y así servir al Señor con más libertad; el estado ideal del hombre y la mujer no es el celibato, sino, casarse y conformar un hogar.

El soltero “como la mosca en el corazón de una manzana, habita en perpetua dulzura, pero está sola, confinada y termina muriendo en soledad; pero el matrimonio, como la abeja útil, construye una casa, y recoge dulzura de cada flor, y trabaja unida en comunidades y colonias, proveyendo alimentos deliciosos al mundo, obedeciendo a su rey para mantener el orden, ejerciendo allí sus dones y virtudes, promoviendo los intereses de la comunidad; siendo este el estado de cosas buenas para el cual Dios diseñó al mundo”.

Por lo tanto, cuando un hombre se casa con una mujer piadosa, ha entrado en ese estado de felicidad que Dios ha provisto para la humanidad, la cual es bendecida abundantemente por su benevolencia, y las lluvias de bienestar descenderán del cielo al estar así unidos bajo la bendición del cielo.

Pero, es necesario que este matrimonio sea en el Señor, es decir, que el esposo y la esposa sean creyentes piadosos, ya que casarse con una mujer bonita físicamente, pero sin piedad, es causa de muchas aflicciones por el resto de la vida. 

Por lo tanto, casarse es un mandato divino que tiene enormes bendiciones y promesas divinas; pero es necesario hacerlo en el Señor.

Pr. Julio C. Benítez

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