“Cordón de tres dobleces no se rompe pronto”. (Ecl. 4:12).
Cuando Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo, y luego creó a la mujer para que los dos se ayudaran mutuamente, consideró que no solo se requería esta unión entre dos, sino que los bendijo, para darles a entender que el matrimonio puede permanecer unido hasta que la muerte los separa si el Señor está presente en medio de él, unido a él.
Un matrimonio es la unión de dos personas, como una cuerda doble que se enrosca y se torna fuerte. Los dos unidos en amor, paciencia, comprensión, ayuda mutua, podrán resistir los estiramientos que producen las aflicciones y los retos matrimoniales, pero es mejor si la pareja se une a Cristo en fe, devoción y esperanza; pues, de esa manera ya no serán dos sino tres, siendo este tercer cordón más fuerte que los otros dos, y así, los tres enroscados y unidos serán un cordón que jamás se romperá.
Por lo tanto, los esposos deben buscar crecer en unidad con sus esposas, y los dos deben procurar tener en cuenta al Señor y Su Palabra en toda la vida matrimonial, pues, cuando los dos se sienten tan débiles y destruidos que pareciera que un estirón de la vida romperá el cordón, si acuden al Señor en oración y meditación, obedeciendo su Palabra, recibirán la fuerza necesaria para soportar los retos de la vida diaria y saldrán victoriosos hasta el final.
Pr. Julio C. Benítez