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El matrimonio es cooperación espiritual

Entonces Séfora tomó un pedernal afilado, y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre. (Éx. 4:25).

Dios le ha ordenado a Moisés que regrese a Egipto, pues, él será usado para liberar al pueblo de la esclavitud y conducirlo a la tierra prometida.

Moisés, luego de presentar varias excusas y de ser instruido y dotado por el Señor para tan magna labor, procede el largo peregrinaje desde Madián a Egipto, y lleva consigo a su esposa Séfora y a su hijo primogénito.

En el camino el Señor sale al encuentro de Moisés como Juez Supremo, exigiendo el pago que requiere su justicia, por lo tanto, Dios viene dispuesto a matarlo. ¿Qué? ¿Matarlo? ¿Acaso no acaba de darle una sagrada misión para salvar a su pueblo de la esclavitud? ¿Cómo es posible que ahora quiera matarlo?

Dios está preparando a su siervo para que le sirva con fidelidad, pero Dios requiere la obediencia y la santidad. Moisés, por alguna razón, no había cumplido con uno de los requisitos del pacto ambrahámico, pues, Dios le requirió al patriarca que circuncidara a todo varón nacido en una familia creyente, como señal externa del pacto.

Dios le había advertido a Abraham que “Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.” (Gén. 17:14).

De manera que ahora Dios va a cortar al hijo de Moisés, pero el santo varón lo defiende delante de Dios, y estando ocupado en esta lucha, Séfora, quien ya había sido instruida en los asuntos de la fe por parte de su esposo Moisés, comprende rápidamente lo que está sucediendo, de manera que procede con prontitud a circuncidar el prepucio del niño; y una vez hecho esto, Dios abandona a Moisés en su calidad de Juez reclamador de justicia.

Debido al rito de la circuncisión en el pueblo antiguo del Señor es que Séfora le dice a Moisés que él es un esposo de sangre. Esta sangre del prepucio cortado anunciaba que era solo a través de la sangre del Cordero de Dios que los hombres pueden ser reconciliados con el Juez de toda la tierra.

Moisés había sido negligente en obedecer, pero Séfora actuó con inteligencia al comprender cuál era la voluntad de Dios en esa situación. De cuánta bendición es para el matrimonio cuando la esposa ayuda a su marido en el cumplimiento de los deberes espirituales, pues, de esa manera libran al hogar de desgracias y juicios divinos que vienen como resultado de la desobediencia.

Pr. Julio C. Benítez

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