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El matrimonio es pureza sanguínea

Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su desnudez. Yo Jehová. (Lev. 18:6).

Dios, el creador del matrimonio, sabiendo que el hombre en su estado caído pervertiría todo lo bueno que creó para el bien de la humanidad y Su propia gloria, advierte con castigos y la pena de muerte sobre aquellos que se atrevan a traspasar los límites establecidos para el matrimonio y las relaciones íntimas.

Aunque en el principio de la reproducción de la humanidad fue necesario el matrimonio entre hermanos y familiares cercanos, esto solo se mantendría mientras la raza humana crecía y se extendía en sus diversas etnias y localidades.

Pero, una vez se conformaron familias separadas entre sí, Dios prohibió el matrimonio y las relaciones íntimas entre parientes cercanos, pues, cuando se dan este tipo de cosas, la sociedad termina corrompiéndose moral y físicamente.

El matrimonio es una unión maravillosa en la cual dos personas, de diferentes familias. se unen para constituirse en una sola carne. Dos personas con igual dignidad aprenderán a crecer en los roles o papeles designados por Dios: El hombre aprenderá a amar a su esposa como a sí mismo, y la mujer aprenderá a sujetarse a él.

Pero, si un tío se casa con una sobrina, debido a que ya hay una autoridad natural, entonces, el matrimonio no será una escuela para ellos; y lo mismo sucede con los otros parientes próximos.

Además, la ciencia ha demostrado que cuando dos personas muy cercanas sanguíneamente se casan y tienen hijos, corren el riesgo de que muchos problemas de salud se acentúen en su descendencia.

Oremos por un cónyuge de la misma familia, pero de la familia de la fe, por un hermano o hermana en Cristo; pero evitemos el matrimonio entre parientes cercanos, pues, esto desagrada al Señor, y pervierte a la humanidad.

Pr. Julio C. Benítez

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