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¿Enseña Jesús que los ricos no pueden ser salvos y los pobres si? Mateo 19:23-26

Pregunta:

Otro amigo nos pregunta: ¿Realmente qué significa Mateo 19:23-26? ¿Está enseñando que los ricos no pueden creer en Cristo, mientras que los pobres si pueden hacerlo con mas facilidad?

Respuesta:

Otra pregunta interesante. Leamos Mateo 19:23-26 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 25Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 26Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.”

Este pasaje suscita algunos interrogantes:

– ¿Está Jesús enseñando la salvación por obras al decirle al joven rico que guarde los mandamientos y que dé todas sus riquezas a los pobres, si quiere entrar a la vida eterna?
– ¿Jesús afirma que los hombres ricos prácticamente no pueden entrar al reino de Dios, al menos que den sus posesiones a otros?
– ¿Cuándo Jesús habló del ojo de una aguja y del camello se refería literalmente a lo que entendemos hoy por esos elementos, o hablada en sentido figurado?

Respondamos la primera pregunta. ¿Enseña aquí Jesús la salvación por obras? El joven pregunta a Jesús ¿Qué bien haré para tener la vida eterna? A esta pregunta Jesús no responde diciéndole que debe arrepentirse de sus pecados y poner toda su confianza en el redentor, sino que le dice ¨Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Esta es una respuesta difícil de entender para nosotros con una mentalidad evangélica que creemos en la doctrina bíblica de la sola fe, de la sola gracia y de solo Cristo. Creemos que las Escrituras enseñan la salvación por gracia a través de la sola fe en Cristo. Para ser salvo no es necesaria ninguna obra. Como dice Pablo en Efesios, Sois salvos por gracia, no por obras. Pero, entonces, ¿Porqué Jesús responde a este joven que está sinceramente interesado en su salvación que guarde los mandamientos, es decir, que haga obras y así recibirá la vida eterna?

La pregunta del joven rico muestra que estaba equivocado en su concepción sobre cómo el hombre puede ser salvo, él creía en la salvación por obras. ¿Qué debo hacer para ser salvo? Estaba convencido que la salvación era resultado de sus buenas obras o su obediencia a ciertos mandatos. Ahora, si el hombre piensa que podrá ser salvo haciendo buenas obras es necesario preguntarse cuáles son las obras que Dios considera buenas, la respuesta segura es que éstas son especificadas en la Santa Ley de Dios, es decir, los Diez mandamientos. Ellos son un resumen de lo que Dios considera bueno y agradable. Así que si este joven cree que debe hacer algo para obtener la salvación, este algo debiera ser guardar los mandamientos. “SI quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Jesús está respondiendo a este joven de una manera que le conduzca a darse cuenta de su incapacidad para cumplir de manera perfecta los mandamientos de la Santa Ley de Dios y por lo tanto, su salvación no dependerá de lo que puede hacer, sino de la gracia de Dios. Jesús le menciona algunos de los mandamientos a lo cual el joven responde que los ha cumplido. Pero lo que continúa en su respuesta, nos da a entender que el joven, en el fondo de su corazón, era conciente de no haber cumplido a la perfección los mandamientos, y siguiendo con su error de salvación por obras, vuelve a preguntar a Jesús ¿Qué me falta todavía? Como dice William Hendriksen “Aquí la limpieza superficial está luchando con el profundo descontento. Este joven trata de hacerse creer a sí mismo que todo está bien; sin embargo en su interior está prácticamente turbado. La Biblia dice que Jesús le amó, pero su amor le lleva a tocar las partes sensibles de este joven. Él pensaba que podía ser lo suficientemente bueno para obtener la vida eterna, pero ni aún sus buenas obras o su obediencia a la ley podrían ayudarle en nada, pues no lo estaba cumpliendo a cabalidad, ya que su corazón estaba inquieto e insatisfecho. La respuesta de Jesús no tiene como fin hacerle creer que el hombre puede hacer algo para obtener su salvación, sino lo contrario. Ningún hombre podrá hacer, en su carne, lo que agrada a Dios de manera perfecta, porque como dice Isaias 64:6 “todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia”. Es por eso que el apóstol Pablo, hablando a algunos judíos que creían en la salvación por obras, les dice: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. (Rom. 3:20) y en otros pasajes habla sobre la imposibilidad de cumplir perfectamente la Ley de Dios. También Santiago afirma “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (2:10). Es decir, si alguien piensa que podrá obedecer la Ley, de tal manera que agrade a Dios y obtenga así su salvación, el tal debe darse por perdido, pues ninguno, solo Cristo, ha podido cumplir de esta manera la Santa Ley de Dios.

Ahora, con el fin de no dejar confusión en los oyentes es necesario aclarar lo siguiente. Si bien es cierto que la salvación es solo por la gracia de Dios que se recibe mediante la fe, también es cierto que los creyentes somos llamados a guardar los mandamientos de la santa ley de Dios, porque ahora gozamos de la nueva vida que produce Cristo en nosotros, por la presencia del Espíritu y él nos ayuda a obedecerlos, no para ser salvos, sino porque somos salvos. Jesús dijo “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo 5:18-20

Ahora pasemos al segundo interrogante que suscita este pasaje: ¿Jesús afirma que los hombres ricos prácticamente no pueden entrar en el reino de Dios, al menos que den sus posesiones a otros?

Veamos que fue lo que dijo Jesús: “De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo que es mas fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”. Mateo 19:23-24.

Jesús declara estas palabras luego de decirle al joven rico “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”. (v. 21), luego el relato bíblico dice que “Oyendo el joven esta palabra se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. (v. 22)

Podemos preguntarnos ¿Por qué Jesús puso estándares tan altos para este joven? ¿Por qué le exige que venda todas sus posesiones y las de a los pobres? ¿No estaba siendo Jesús muy exigente para con este muchacho rico? Realmente Jesús estaba tratando con el orgullo espiritual de este joven. Él pensaba que podía alcanzar la salvación a través de sus buenas acciones, pero Jesús sabe que esto es imposible para el hombre. Él vino para dar su vida en rescate de los que estaban muertos en sus delitos y pecados, porque ningún hombre podía agradar totalmente a Dios mediante sus esfuerzos personales. Jesús es el cordero pascual que sería sacrificado en lugar de los pecadores que se consideran incapaces de alcanzar el favor divino por sus mejores acciones, y acuden humillados ante la gracia salvadora de Dios. Este joven sinceramente estaba interesado en su salvación, pero confiando en el orgullo de sus buenas obras. Él no venía a Jesús buscando su perdón, no, él quería un instructivo de todas las buenas obras que debía hacer para alcanzar la salvación. Este joven desconocía que “la salvación es de Dios”, él no podía exclamar como el salmista “En Dios solamente está acallada mi alma, de él viene mi salvación” (62:1), ni podía unirse al cántico de la multitud en Apocalipsis que clamaba a gran voz “La salvación pertenece a nuestro Dios”. (7:10).

Cuando Jesús le pide que venda todas sus posesiones y las de a los pobres quería mostrarle la realidad oscura de su corazón orgulloso. La Biblia dice que Jesús le amó. El amor verdadero, es decir, el amor que es conforme al corazón de Dios, no calla ante el pecado, sino que denuncia la desobediencia con el fin de buscar despertar el espíritu impenitente para que así sea conducido a un arrepentimiento verdadero. Esto es lo que Jesús busca en el joven rico. Que su corazón se despierte frente a la realidad de la inutilidad de su confianza religiosa depositada en las buenas obras y no en Dios. Jesús quiere decirle a su corazón que realmente no ha cumplido los Diez mandamientos en el espíritu verdadero de la Ley. Él se ha afanado por cumplir externamente con sus deberes religiosos y sociales, pero su corazón no ha estado conectado con el espíritu correcto de la obediencia. Su corazón ha estado apegado a las riquezas materiales, su placer ha sido servir al dios mamón, pero si él quería realmente servir a Dios debía abandonar su antiguo culto a las riquezas, pues “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (Mateo 6:24). Este joven había contestado rápidamente a Jesús afirmando haber cumplido con la totalidad de los mandamientos, pero, al parecer los había cumplido superficialmente ¿Habría amado al prójimo como a sí mismo, cuando le duele en su corazón dar sus riquezas a los pobres?

Quisiera aprovechar este momento para dar algunas aclaraciones respecto a la solicitud que hace Jesús a este joven rico para que venda todas sus posesiones y las de a los pobres. No es común en las Escrituras encontrar este tipo de demandas. Dios no le pide a todos los creyentes ricos que vendan todo y lo entreguen a los pobres. Como dice William Hendriksen “La demanda que Jesús había hecho a este hombre confundido era adecuada en la circunstancia particular y al estado de mente del joven. El Señor no pide a toda persona rica- por ejemplo a Abraham (Gn. 13:2) o a José de Arimatea (Mt. 27:57)- que haga exactamente lo mismo Hay personas opulentas que, hablando en general, están viviendo para sí mismos. Lo que ellos contribuyen para la causa de los demás está completamente fuera de proporción con lo que ellos conservan para sí mismos. Sin embargo hay otras personas ricas que están dispuestas a desprenderse de todo para ayudar a los demás, incluyendo aún a los que no son generosos (Gen. 13:7-11; 14:14); y quienes, motivados por la gratitud, están constantemente edificando altares y dando ofrendas a Dios (Gen. 12:8; 13:18; 15:10-12; 22:13).

Por otro lado la demanda de Jesús nos deja ver un aspecto social olvidado por las iglesias latinoamericanas en este siglo. Jesús no le pide a este joven rico que venda lo que posee y se lo de a su ministerio, el cual de seguro necesitaba el apoyo de los demás como lo deja ver Lucas 8:1-3, no le pide que “siembre” su dinero en la construcción de un grande y lujoso templo para la iglesia de Jerusalén, NO, él dice que de su dinero a los pobres. Los pobres siempre han estado en el corazón del Señor, veamos los siguientes pasajes:

– Sal. 10:12 “Levántate, Oh Jehová Dios, alza tu mano; No te olvides de los pobres”
– Sal. 12:5 “Por la opresión de los pobres…. Ahora me levantaré, dice Jehová”
– Sal. 112:9 “Reparte, da a los pobres, su justicia permanece para siempre”
– Prov. 14:21 “Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado”
– Prov. 28:8 “El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés, para aquel que se compadece de los pobres las aumenta”.
– Is. 11:4“Sino que juzgará con equidad a los pobres y arguirá con equidad por los mansos de la tierra”
– Is. 58:7 “No es mas bien el ayuno que yo escogí que… partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
– Ro. 15:26 “Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén”
– Gal. 2:10 “Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.”
– Sal. 41:1 “Bienaventurado el que piensa en el pobre, en el día malo lo librará Jehová.”
– Prov. 14:21 “El que oprime al pobre, afrenta a su creador, mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra”.
– Prov. 19:17 “A Jehová presta el que da al pobre”.
– Prov. 21:13 “El que cierra su oído al clamor del pobre , también él clamará y no será oído”
– Prov. 28:27 “El que da al pobre no tendrá pobreza, más el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones”

Hoy día se predica mucho por la radio y la televisión respecto al sembrar dinero o bienes a algunos ministerios. Eso no está mal. Las iglesias deben ser sostenidas por las ofrendas de sus miembros. Es nuestro sagrado deber. Pero no debemos olvidar que en la Biblia se insiste de una manera abundante en que debemos dar a los pobres. Hoy día muchos predicadores y líderes religiosos extraen de manera abusiva el dinero y los bienes de sus miembros para dedicarlo totalmente a la construcción de lujosos templos, y en casos peores para el enriquecimiento de unos pocos. Pero esto es desconocer el corazón de Dios. La Iglesia en el Nuevo Testamento no estaba interesada en invertir grandes sumas de dinero en templos, o en la buena vida de sus líderes, NO, siempre estaba la insistente necesidad de compartir con los pobres, de dar a los que padecen, de suplir a los mas necesitados:

– Hech. 2:45 “Y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno”.
– Ef. 4:28 “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad”.
– 1 Jn. 3:17 “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿Cómo mora el amor de Dios en él?
– Hch. 4:34’35 “Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.”
– Hch. 20:35 “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús que dijo: Mas bienaventurado es dar que recibir” en este pasaje se refiere específicamente a la bienaventuranza de dar a los pobres.
– El famoso pasaje de 2 Corintios cap. 8 y 9, es utilizado muchas veces por algunos líderes religiosos para motivar a sus miembros a dar grandes donativos a sus ministerios, pero ese no es el propósito principal de este texto. Los dos capítulos hablan de la bendición de dar generosamente para las necesidades de los santos que estaban pasando grandes pruebas. Pablo anima a los creyentes Corintios para que abunden en su generosidad dando como propusieron en su corazón, con alegría, porque al que siembra generosamente, generosamente recibirá su cosecha. Todos estos pasajes están refiriéndose específicamente al dar de manera abundante para suplir las necesidades de los santos pobres. Cuánto hemos desviado la Santa Palabra de Dios, que estos pasajes se utilizan para recoger fondos para otros propósitos, y casi nunca para el motivo que los usó Pablo.

Jesús le dice al joven rico que dando de sus bienes a los pobres “tendrás tesoros en el cielo”. (Mateo 19:21). ¿Qué son estos tesoros? “Los tesoros en el cielo son completamente diferentes (a los tesoros de la tierra), es decir, aquellas bendiciones que nos han sido reservadas en los cielos (1 Pe. 1:4), que son celestiales en carácter, pero de las cuales experimentamos el sabor anticipado ya ahora.”[1] Aquellos que abandonan toda confianza de salvación en sus propias obras, y acuden sin nada, sino solamente con sus pecados, a la misericordia y gracia divina, podrán acumular tesoros en el cielo.

Regresemos a las preguntas relacionadas con el pasaje en estudio. ¿Enseña este pasaje que los ricos no pueden entrar al reino de los cielos? Las palabras de Jesús suenan duras: “De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos” (v.23). Aquí Jesús habla de una gran dificultad para que los ricos sean salvos, pero no solo es difícil, sino que es imposible, esto es lo que afirma en el v. 24; “Es mas fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos”. Esta expresión indica la imposibilidad para que un rico entre al reino de los cielos. No comparto la interpretación alegórica que de este pasaje hizo Tomás de Aquino presentando como posible lo que Cristo ha dicho que es imposible. Tomás decía que el ojo de la aguja era un lugar en Jerusalén por donde los camellos podían pasar arrodillados, pero es un abuso del texto pretender dar esta interpretación. ¿Está Jesús afirmando que los hombres poseedores de muchos bienes no pueden entrar definitivamente al reino de los cielos? NO. Abraham fue un hombre con muchos bienes y disfrutó de la comunión con Dios, de la misma manera el santo Job. Un pasaje paralelo en Marcos 10:24 nos da mas luz al respecto: “Cuan difícil le es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas”. Los bienes materiales en sí mismo no son malos, el problema está en que el hombre pone su confianza en lo material, y olvida lo espiritual. De allí que para un hombre rico es mas difícil poner su confianza en Dios, pues los bienes que posee aprisionan su corazón. Pero no solo los hombres ricos tienen este problema, hay muchos pobres con mentalidad de ricos que también se ven impedidos a depositar su fe en Dios, ellos sueñan con tener muchos bienes y así dar seguridad a su alma. La Biblia nos ilustra esta triste realidad en muchos pasajes:

– Prov. 18:11 “Las riquezas del rico son su ciudad fortificada y como un muro alto en su imaginación”
– Prov. 23:4-5 “No te afanes por hacerte rico, sé prudente y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?”
– Prov. 28:22 “Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza”
– Ecl. 5:12 “Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco, pero al rico no le deja dormir la abundancia.”
– Jer. 9:23 “Asi dijo Jehová: No se alabe el rico en sus riquezas”
– Luc. 12:16-21 “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 18Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”
– Stg. 1:9-11 “El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; 10pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. 11Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.”
– Stg. 5:1-6 “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. 2Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. 3Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. 4He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. 5Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. 6Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.”
– 1 Timoteo 6:17-19 “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; 19atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.”
– Luc. 8:14 “La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.”
– Ez. 28:4-6 “Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. 5Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón. 6Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios.”
– Jer. 17:11 “Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato.”

Estos y otros pasajes nos muestran los peligros espirituales que acarrean las grandes posesiones materiales, especialmente cuando estas aprisionan nuestro corazón, pero se necesita una gracia especial del Dios Soberano para que no corramos detrás de ellas, es por ello que el proverbista oró así al Señor: “No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.” Pro. 30:8-9

No solo los impíos son esclavizados por las riquezas, sino que los creyentes corremos serio peligro al poner nuestro corazón en ellas, es por eso que el apóstol advierte diciéndonos “Así que teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. 1 Timoteo 6:8-10.

Creo que es de gran ayuda para nuestra compresión sobre las palabras de Jesús en el pasaje que estamos estudiando conocer el significado de la palabra griega utilizada por Cristo para “Riquezas”. El término griego usado para riquezas es “Mamonas” o “Mamón”. Esta palabra proviene de un sustantivo arameo que con toda probabilidad se deriva de una raíz que significa “aquello en lo que uno confía”. Siempre que Jesús utiliza la palabra “mamonas” para referirse a las riquezas denota los bienes terrenales, pero siempre con énfasis en su carácter materialista. Cuando la gente pone su confianza en ella (Luc. 12:15ss) o le entrega su corazón (Mt. 6:21), no puede amar a Dios (Mt. 6:24).[2]

El comentario de Mattew Henry dice respecto a la declaración de Jesús con referencia a la imposibilidad de entrar un rico a la salvación: “Cuanto menor era la riqueza material que poseían, tanto menor era el estorbo en el camino del cielo. El camino del cielo es estrecho (7:14), como lo es la puerta que lleva a la vida; lo es para todos, pero especialmente para los ricos, para quienes el mundo resulta tan ancho y libre con sus atractivos, sus homenajes, sus sonrisas (poderoso caballero es don dinero). Se necesita un milagro de la gracia divina para abrirse paso entre tales espinos (13:22). Los discípulos se asombraron al escuchar las palabras de Cristo “es mas fácil que uno de los animales mas grandes pase por uno de los orificios mas pequeños, que un rico entre al reino de los cielos” a lo cual preguntaron “Entonces, quién podrá ser salvo?” Como dice el comentario de Mattew Henry “No preguntar esto por contradecir a Cristo, sino, probablemente, por la idea tan extendida (no lo está todavía en algunos de nuestros círculos?) de que las riquezas son indicio de gran bendición divina; si estos bendecidos no se salvaban, ¿Quién podría salvarse?
El diccionario bíblico Certeza también dice al respecto: “La codicia, o el deseo de ser rico, es un mal contra el cual las Escrituras advierten con frecuencia. El amor al dinero se describe como la raíz de toda suerte de maldad (1 Tim. 6:9-10). En consecuencia el espíritu de contentamiento con las cosas que Dios ha dado es una virtud inculcada en ambos testamentos (Sal. 62:10; 1 Ti. 6:8; He. 13:5). Debido a los peligros de las riquezas, ante los que con tanta frecuencia sucumbe el poseedor, a los ricos, como clase, se los censura en varios pasajes de las Escrituras, por ejemplo Luc. 6:24s y Stg. 5. En cambio se pronuncian bendiciones sobre los pobres (Luc. 6:20ss); porque la pobreza debería aumentar la fe en Dios, condición que las riquezas con tanta frecuencia adormecen en la frecuencia.”[3]

La pregunta de los discípulos en Mateo 19:25 “Quién pues, podrá ser salvo?” muestra que los discípulos consideraban que todos los hombres padecemos del obsesionante pecado de amontonar riquezas y bienes materiales. Si es imposible que un hombre aprisionado en el deseo de amontonar riquezas entre al reino de los cielos, entonces ningún hombre podrá entrar, porque todos somos movidos por este deseo, el cual no conduce a nada bueno, porque raíz de toda clase de maldad es el amor al dinero.

Antes de finalizar es bueno resaltar las últimas palabras de Jesús en este relato, pues ellas nos hacen ver que, aunque es imposible para un rico entrar al reino de Dios, así como también es imposible para un pobre, Nada es imposible para Dios. Los hombres no pueden salvarse a sí mismo, aunque tengan grandes riquezas y poder. La salvación solo es otorgada al que tiene fe sincera en el sacrificio expiatorio y vicario de Jesucristo, pero esta fe es un don de Dios, como dice Efesios 2:8. La religión mas altruista del hombre no podrá salvarlo, una vida religiosa y de aparente piedad tampoco abre las puertas del cielo, solo la gracia de Dios otorgada a los hombres por medio de la fe en Jesucristo podrá habilitarlo de tal manera que agrade al Señor.

A los ricos de este mundo el Señor les manda que abandonen la confianza en sus posesiones, las cuales son ningunas en comparación con la bendición de ser aceptados por el Dios Santo. El Señor Jesús se hizo pobre para que los hombres muertos en sus pecados y delitos, abandonados en la miseria de sus pecados, puedan ser ricos para Dios en toda bendición espiritual. Apreciado oyente, si tu corazón ha estado aprisionado en los engaños de las riquezas, quiero decirte que aún esperanza para ti, solo debes venir prontamente a la cruz del calvario, mirar la sangre derramada por ti, y suplicar misericordia al Cristo redentor, quien sufrió hasta el martirio de la muerte en cruz, para que los hombres arrepentidos de sus pecados y maldades, obtengan el gozo de la vida eterna, aquella vida plena que Jesús vino a dar, una vida perdurable y gozosa. No te hundas más en la confianza de lo que tus bienes materiales pueden hacer por ti, porque, al igual que el hombre rico que atesoró sus bienes y le dijo a su alma que se alegrara en ellos, no sabiendo que Dios había determinado el fin de sus días, tu prontamente te enfrentarás con la eternidad, y allá nada podrás llevar de tus preciosos tesoros. Ellos no podrán acompañarte ni te ayudarán para ser acepto en el reino celestial. No dejes que las riquezas materiales se conviertan en una pesada carga que te arrastra más hacia lo terreno, mas bien abandona la confianza en ellas, y mira al cielo, mira a tu creador, solo Él podrá darle el verdadero sentido a tu vida. Solo en Jesús encontrarás la fuente eterna de vida abundante. Recuerda que los bienes que posees no son tuyos, Dios te los ha prestado. ¿Qué estás haciendo con ellos? ¿Los estás guardando para el futuro? ¿Los estás malgastando en tus deleites, mientras tu prójimo aguanta hambre, frío y desnudez? Te recuerdo las palabras de Jesús “No te olvides de los pobres”. No estoy pidiendo tu dinero para este ministerio, No, el Señor te pide que recuerdes a los pobres que están padeciendo necesidad, socórrelos, invierte las riquezas que el Señor te ha prestado para lo que es bueno.

[1] Hendriksen, William. Mateo. Página 360.
[2] Compendio del Diccionario Teológico. Página 541.
[3] Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Pagina 1162

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